Mariano Haro de joven se dedicaba a coger perdices y codornoces corriendo con la ayuda de un perro.
Trabajaba de albañil en Palencia y regresaba a su pueblo corriendo los 15 km de distancia.
Aprovechó su fama para organizar carreras en las fiestas de los pueblos y compartir con los lugareños porque en aquellos años apenas se ganaba dinero con el atletismo.
Al presidente de la Deferación Española, Rafael Careso, le convenció para que no se gastase dinero en regalos y les diese ese dinero “Estaba harto de relojes y otros objetos que luego tenía que vender porque lo que necesitaba era dinero”.
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